
¿Padeces jet lag social?
Esta semana vamos a hablarte de Till Roenneberg, un cronobiólogo alemán del Instituto médico de psicología de la Universidad de Munich que propone algo que nos llama la atención: Ir al trabajo después de habernos despertado sin utilizar una alarma. ¿Qué? Ya te cae bien a ti también, ¿verdad?
Roenneberg explica que las personas nos regimos por 3 relojes distintos: nuestro reloj interno, que se encuentra en la base del cerebro y se compone por un grupo de células nerviosas conocidas como el núcleo supraquiasmático (no hace falta que te quedes con el nombre); el reloj externo, que viene marcado por la luz solar; y el reloj social, que no marca la hora a la que te vas de cañas con tus amigos, sino la estructura social que te rodea por completo.
El problema viene cuando los tres relojes no están sincronizados y te vas a la cama con el reloj interno, pero te levantas a las 7 de la mañana para ir a trabajar cuando suena el reloj social. ¿Te resulta familiar? Esta diferencia de ritmos entre el reloj interno y el social es lo que provoca lo que Roenneberg llama “jet lag social”.
Como decíamos el reloj interno no es una metáfora, cierto es que no tiene forma de Rolex, pero es una parte de nuestro cerebro que, además, contiene nuestro cronotipo, es decir, una impronta personal que define nuestros niveles de hormonas, el hambre o el sueño que tenemos, etc. Es nuestra huella del sueño y, por si te lo estás preguntando, no, no se puede modificar.
El reto está en saber qué hora marca nuestro reloj interno y ver si coincide o no con el externo. Por ejemplo, si tomamos el mediodía como la hora en la que el sol alcanza su punto más alto, podemos ver si nuestro reloj interno marca el medio día a esa hora o lo marca antes o después.
Los relojes internos evolucionaron con días y noches muy marcados, sin electricidad y trabajando fuera de casa, el ser humano se regía con el sol. Hoy en día, hemos disminuido nuestra exposición a la luz diurna, ya que trabajamos en edificios y hemos aumentado nuestra exposición a la luz artificial por las tardes-noches. Si lo piensas, el único momento del día en el que te expones a la oscuridad es cuando duermes.
Esta luz artificial hace que estemos despiertos hasta tarde, la oscuridad no nos impide seguir con la vida social y nuestro reloj biológico se atrasa con el tiempo. Sin embargo, el horario laboral no se ajusta, por lo que el 80% de la población necesita un despertador para llegar a tiempo al trabajo. Esta discrepancia nos lleva al jet lag social.
Para calcular tu reloj interno mide la diferencia entre el punto medio de tus noches en días laborales y en días libres. Por ejemplo, si te duermes a las 23h entre semana y te levantas a las 06h, el punto medio serían las 2:30h. Si los fines de semana te acuestas a la 1:00h y te levantas a las 09h el punto medio sería a las 04:30h, esto se traduciría en 2 horas de jet lag social.
Las personas con jet lag social son más propensas a fumar, a consumir alcohol y a beber cafeína sin parar. Tienen tendencia a engordar, su memoria se reduce y tanto su capacidad social como la toma de decisiones se ven afectadas.
Aunque esto suene al fin del mundo, podemos cambiar algunos hábitos para mejorarlo, eso sí, hay que hacerlo cada día. Por ejemplo, exponerse a la luz por la mañana de 8h a 9h, llevar gafas de sol por la tarde, no encender todas las luces de casa por la noche y cambiar la configuración de nuestros aparatos electrónicos para evitar la luz azul.
Seguramente estés pensando sí, me gusta todo, pero el problema lo tengo en el trabajo. Pues bien, según Roenneberg hay maneras de paliarlo, por ejemplo utilizar luz más brillante en los edificios, canalizar la luz del sol del techo a las distintas salas o usar luz artificial que sea dinámica y vaya cambiando su composición para excluir la parte azul.
Y aquí llega el momento que esperabas porque sí, según él los horarios laborales deberían ser mucho más flexibles. Estadísticamente todos los empleados coincidirán la mayoría de la jornada laboral en la empresa, por lo que para el negocio es lo mejor, personas con altos niveles de productividad durante la jornada que respetan su horario interno de sueño, por lo que su competencia social y personal también es mayor, lo que se traduce en buena salud y motivación, y por lo tanto en beneficios para la empresa. ¿No suena mal, no?
Así que mañana cuando suene tu despertador pregúntate cuál es el precio que estás pagando cada día al ignorar tu reloj interno.